ENSAYOS



EL GRAN JUEGO

El viejo cogió el color azul y el amarillo. Los mezcló. Obtuvo el verde. Éste no existe como tal, pensó. Es la expresión de la mezcla del azul con el amarillo.
Decidió iniciar su búsqueda desde el azul y el amarillo…

Eliminó todo rastro del hombre en la tierra, incluso a él. Con su ilimitada imaginación se situó entre el Big-Ban y el primer hombre. Como era su fantasía se quedó más tiempo del necesario, disfrutando,  admirando, maravillándose de la perfección del universo. Las galaxias, el sistema solar, luego se fue acercando a la tierra, volvió a tener la misma sensación de respeto ante ese “caótico orden”  de la naturaleza sus ciclos, sus mecanismos.

Podrán, ustedes, hacerse una idea del éxtasis que sentía. Era el único ser humano que estaba presenciando ese majestuoso espectáculo. Tal oír una melodía preciosa. De tanto en tanto, se concentraba en algún sonido en particular. Oía al río murmurar, a la brisa, a los pájaros,  al follaje de los árboles. Ninguno desafinaba,  desde su “nacimiento” ya sabían ejecutarla. Se sintió en “casa”.

Se hubiese quedado para siempre en ese silencio que habla, en esa ausencia de emociones, en ese espacio-tiempo de su sueño donde las sensaciones que siente le recuerdan al gozo de la cima de la montaña…

De a poco fue agregando hombres. Uno por aquí, otro más allá, hasta ir formando sociedades, civilizaciones. Aunque en su mente compartían época, era un acto conciente, ya que poco le importaba un exacto orden cronológico.
Los primeros habitantes de su sueño, con su inteligencia,aún,no desarrollada se parecían más a los animales que al hombre de hoy, mucho no se detuvo en ellos, mas al verles le daba la sensación de que si bien había despertado su inteligencia, comenzaba a costarles todo un poco más…lo que en algún momento vivieron con naturalidad en armonía con el entorno y sus ciclos, comenzaba a transformarse en una lucha por sobrevivir, con una nueva “herramienta”: la inteligencia humana.
Como una película en cámara rápida veía como se iba transformando todo: la tierra y sus cambios, la era glaciar, la separación de los continentes, como se propagaba el hombre por el mundo  formando pequeños y grandes grupos.

Empezaron a aparecer elementos “extraños” a la tierra. Uno aquí, otro más allá, algunos en grupos formando ciudades. Producto de la acción del hombre y de su nueva herramienta, la mente. Sociedades de hombres en los distintos lugares comenzaron a crear “sistemas” de vida  con el sano fin de lograr una mejor convivencia y “domar” al “hostil” entorno, la naturaleza. Vio a los Mayas, a la civilización China,  vio  grupos de personas cambiar de color. Vio el imperio romano, los piratas,  sin querer empezó a verlos diferentes, sobre todo, le sorprendió cómo  la mente era capaz de crear sistemas tan distintos, tantas formas de vida diferente. De alguna manera, como él con su fantasía, estaban creando su propio universo. Debo confesar, que se sintió un poco maravillado con el poder de la mente humana, pero por alguna razón tenía la necesidad de volver a la parte de su fantasía donde el sonido era melodía.

Algunos hombres de estas sociedades también tenían esa necesidad. Comenzaron a crear medios para sentirla…rápido se propagó por el mundo, una por aquí, otra por allá,  al punto de que se podía elegir, algunos elegían el yoga, otros la oración, la meditación, algunos se atrevieron a más y le pusieron nombre a esa melodía Dios, Alá, Ja, incluso había de los que sostenían que existía más de una melodía. Como fuese, todos lograban sentirla, era un recreo…ya para entonces habían creado la palabra, de ahí que la divulgación fuera tan rápida, mas siendo sincero he de reconocer que a medida que pasaba de oído a oído , las instrucciones originales de dichos medios iban siendo ligeramente transformadas, al punto que muchos seguían dichas instrucciones al pie de la letra, mas les era imposible oír nada.
En este momento su fantasía estaba tan poblada que se sintió perdido. Trataré de describirla, aunque sea de forma desordenada:

Todo se mezcla y avanza a gran velocidad en su mente. Le falta el aire. Lejos quedó el rumor del río, bajo la sombra de un sauce bonachón.
El hombre había dividido todo el planeta, las pequeñas tribus se habían convertido en países, que a su vez se dividían en clases sociales.. antes de seguir debo acotar que ya nada se oía de esa melodía, que aún sonaba, en la que cada parte aportaba su sonido sin ninguno ser más importante que otro. 

Todo cogió valor, minerales como el oro y la plata, vegetales, frutos, árboles, animales, los alimentos, es más, todo lo que era capaz de crear la mente, de cada hombre. Para  “hacer más fácil la vida con el entorno” se cobraba , a todo se le daba un valor. Esto daba mucha fuerza a esos sistemas creados, sobre todo daba sentido a algunas palabras ya creadas: el poder. Las tribus se habían convertido en sociedades, y éstas se habían dividido en clases..  el poder, la cuantificación de la propiedad, el acceso a ciertas cosas, determinaban a la clase a la que pertenecías.

Lo más curioso de su fantasía es el hecho de que no  usaban los mismos criterios en las distintas sociedades, ni siquiera en cada individuo.  No sabía explicarse  en qué parte de su fantasía se había creado este juego, un juego que cada vez tenía más reglas, ya ni recordaba para qué había nacido, mas tenía la sensación de que había remplazado por completo a la melodía original. Se había convertido en el centro. El hombre, en su herramienta. Todo lo que se creaba, todo lo que se ideaba, era en pos de este “juego”, en el medio el capitalismo, el comunismo, el socialismo, las dictaduras, las monarquías. También iban apareciendo las ciencias, como la medicina, la astrología, la física, las matemáticas, representando la lógica, y otras las que llamaban humanitarias, como la literatura, en honor a la palabra, el arte, la filosofía, estas dos últimas eran algunas de las que trataban de explicar, describir, y comprender este gran “juego”. 

A este punto había tantas explicaciones y tantas visiones del mismo como participantes. Algunos se hicieron expertos jugadores, otros comenzaron a sentir celos de ellos, envidia. Los buenos jugadores comenzaron a sentirse “orgullosos”,  soberbiamente competitivos,  aparecieron las trampas. Cualquier cosa valía con tal de “ganar”. Aparecieron las guerras, el sufrimiento, el hambre. El juego se había convertido en la única gran melodía. Comenzaron a aparecer personas, grupos que consideraban a este juego injusto, con reglas injustas, “revolucionarios” que extrañamente usaban los mismos métodos para”ganar”, ocasionando más guerras, más hambre…mas ellos tenían una causa justa...todos a su manera jugaban el mismo juego…un juego que nunca acababa, cada vez necesitaban más reglas para funcionar. Otros más idealistas trataban de idear formulas mágicas para “repararlo”, al menos hacerlo más ameno, nacían fundaciones, O.N.G., médicos sin fronteras, distribuidos por todo el planeta reparando grietas de este gran juego. Al reparar una, en el mismo instante cuatro o cinco grietas nuevas aparecían. En forma de nuevas necesidades.

Cada uno jugaba su juego dentro del gran juego. Todos querían ganar. Ganar dinero, ganar terreno, ganar elecciones, ganar competiciones,  una obsesión por ganar al hambre, a la pobreza; algunos trataban de ganarle al juego, otros de ganar el juego. Todos querían ganar. Los científicos pasaban vidas dedicadas a descubrir algo que les hiciera ganar reconocimientos, premios. Disculpen el desorden, es tan complejo este juego. Quiero aclarar que en su fantasía ya existía la tecnología, los medios de comunicación, los satélites, los grandes telescopios, la energía nuclear. Uf! Es tanto que les pido que colaboren e imaginen todo lo que se les ocurra. ¿Les ayudo?, imaginen que se puede clonar un ser humano, y así lo que quieran..

En su fantasía vió  entrevistas a grandes científicos, en las cuales relataban los procesos de tal o cual descubrimiento. Muchos tenían el mismo temor que algún “colega” suyo en alguna parte del planeta estuviera investigando lo mismo y lo descubriera antes. Con lo que eso conlleva, perder el reconocimiento, los premios, en definitiva, no sentir el placer de ganar.

También iban monopolizando las reglas del juego determinando cuáles eran “legales” y cuáles no. De esa manera, para algunos nada valía fuera de lo científico, para otros nada valía fuera de la filosofía. También existía una medicina llamada occidental, que era la considerada oficial, y como todas menospreciaba a cualquier tipo diferente. Todos querían ganar.

De alguna manera cumplían el rol de ir reparando las secuelas que el juego iba dejando a su paso. Todos querían ganar. Ni siquiera se les cruzaba por la cabeza intercambiar información, experiencias, conocimientos, compartir lo mejor de cada uno y descartar el resto. No. Todos querían ganar. Incluso los menos fervorosos o “pacíficos”, aquellos que prometían el sonido de la melodía original, querían ganar. No compartían, no intercambiaban.

Apareció la intolerancia, cada uno se sintió la parte “legal” del juego, querían imponer su verdad, justificar los medios para dicho fin. En este punto había tantas verdades absolutas como las que sea capaz de imaginar su mente. No era un juego más, uno normal, hasta los más complicados traen un libro de instrucciones y un número de reglas. Éste no. Las reglas se incrementaban casi a la par del tiempo variaban según los lugares. Para darles un simple ejemplo, no significaba lo mismo mostrar el rostro en un sitio u otro.
Ya no era sólo un gran juego sino millones de juegos previos diferentes, a manera de examen para acceder a jugar al gran juego, que sólo lo jugaban unos pocos. Éstos “unieron” al mundo para tal fin. Aquellos que consideraran que no tenían capacidad para jugar ningún tipo de juego, se los eliminaba.

Existían diferentes maneras de llevarlo a cabo: el hambre, la pobreza, el genocidio -algunas sólo a manera de ejemplo-. A partir de ahí el gran juego se había escalonado en niveles. La gran mayoría jugaba en los niveles bajos con el vértigo que esto conlleva. El siguiente nivel se encontraba demasiado alto para saltar. El  otro, el nivel más bajo, demasiado cerca para distraerse…el mensaje era claro, trabaja duro y llegarás. Jornadas de trabajo de diez, doce, trece, catorce, incluso más, horas de trabajo. ¿Qué tipo de trabajos? Cualquiera, no importa, “agradece” que lo tienes. Pero ¿no es poco lo que “ganas”?, ¿no ves que está muy lejos el otro nivel? Les preguntaba en su fantasía.

Descubrió que el juego había adquirido otro matiz, ya muchos no jugaban para llegar al siguiente nivel sino para permanecer. ¿Cuándo vivían? Sólo se hablaba del juego, de cómo resistir, cómo sobrevivir. Le pareció indigno que tuvieran que sobrevivir en su momento de vida. Le daba ganas de renunciar a su fantasía. El odio, el resentimiento, los miedos, la violencia, el hambre, la desigualdad, se esparcían por el mundo.

Trataré de ordenar un poco esta fantasía es como un pulpo al que no dejan de salirle tentáculos. Estaban aquellos que jugaban el nivel más alto, que si bien estaban divididos se unían para diseñar estrategias, no eran tantos hablando en proporciones, pero sí con mucho poder. Luego estaban los que jugaban el nivel más bajo, ese que retrasa el juego y que no sirve. Un escalón más arriba, muy poblado por cierto, otro al que la pobreza y el hambre lo estaba debilitando tanto que estaba cada vez más cerca del escalón inmediatamente inferior, y cada vez más lejos del superior.

Es tan dinámico este juego que mientras estaba recapitulando ya se creó un nivel intermedio, juegan a disfrazarse del nivel superior, pero sin sus medios, tienen acceso a ciertas comodidades, como un pequeño muestrario, sólo un brindis de lo que puede ser el máximo nivel.. Muchos eligieron este nivel, también trabajaban muchas horas, mas les daba acceso a ciertos lujos que les hacía sus vidas más “felices”: el acceso a la propiedad, incluso se les otorgaba algún tipo de poder. Se les permitía que los niveles más bajo estuvieran a su servicio. Todos querían escalar, todos querían tener personas a su servicio, y así todos trabajaban para el máximo nivel. Tenía sentido, si hay una meta, hay un esfuerzo y un fin.

Ese nivel intermedio se pobló a gran velocidad, el diseño del gran juego había cambiado. ¿En qué momento?  De repente lo vió claro, una jugada magistral. Los mejores jugadores se dieron cuenta que podían crear soluciones, a cualquier problema que previamente haya sido creado, y diseñado.
Comenzaron a inundar el mundo de necesidades innecesarias, necesidades para la ocasión, en un lugar, en otro, vertiginosamente. Necesidades que se fabricaban aquí eran transportadas allá, cada vez más dispares, más continuas. El juego ya había cogido otro matiz. La meta era cubrir todas esas necesidades, incluso trabajar más duro para conseguirlas. Apareció la avaricia, el egoísmo, la solidaridad desapareció, todo justificaba ese fin. Incluso aquellos que se quejaban de la lejanía del siguiente escalón cuando lograban ascender   imponían el mismo rigor, que ellos sufrieron, a los niveles más bajos.

La  Indiferencia, el desinterés, también crecían. Todos jugaban en este juego para el que tenían encima, y todos para unos pocos grandes jugadores.   Estratégicamente habían logrado cambiar su imagen la gente los idolatraba y quería imitarlos. Me refiero a los grandes jugadores. No sólo les habían posibilitado la oportunidad de ascender un nivel sino que les prestaban los medios para conseguir dichas necesidades. “Necesarias para vivir.”

El juego cobró frenesí, velocidad, la necesidad de hoy ya no servía mañana, se tiraba y se iba en busca de la próxima. En las calles sólo se hablaba de necesidades, de las que se tiraban , de las que no. Incluso me atrevo a decir que rozaba la mala educación sacar a la luz una vieja necesidad, cuando había tantas nuevas por consumir. Todo estaba tranquilo, los grandes jugadores seguían haciéndose fuertes, poderosos; los del siguiente nivel encantados con su nueva estancia, consumiendo necesidades, sintiendo poco que envidiar a los grandes jugadores,  aportando incluso para que esos grandes conductores del juego puedan”resolver tranquilos” los distintos matices del mismo; y los dos niveles de abajo, como siempre, más lejos aún. Cayendo de a uno, de a dos, de a miles.  Desapareciendo.

La euforia había copado las calles. La gente se cruzaba, se comunicaban con complicidad, con signos tácitos que sólo entendían los jugadores. Que eran todos:
-qué tal., tanto tiempo ¿Cómo va el trabajo?.
-¿a qué te dedicas?
-¿Qué serás cuando seas grande?
-¿a qué se dedica tu padre?
-¿Qué coche (uno de los tantos inventos) tienes?

Las necesidades crecían, así apareció la ansiedad, por conseguirlas, por no conseguirlas, por desearlas, por obtenerlas, al mismo tiempo que eran desbancadas por la próximas, con la ansiedad y deseos correspondientes. Todo crecía de forma proporcional, el poder de unos pocos, el hambre, las guerras, la pobreza, el odio, la intolerancia,  los fines para lograr el “éxito”, los miedos, la soledad, la desesperanza, la desigualdad, la violencia. La ausencia del hombre como tal. Incluso - no me hagan mucho caso de esto, ya que son rumores- dicen que se le había puesto valor a las personas, se les compraba su sexo, a algunos los vendían como animales, y a otros les vendían sus órganos. Pero hagan como que no les dije nada, porque como ya les dije son solo rumores sin confirmar, y me parecen demasiado poco creíbles, incluso para su fantasía.- Lo que si les puedo afirmar que los animales sí tenían un valor como también las plantas. Las flores, los árboles, la tierra, creo que hasta la luna. En fin todo lo que antes ya existía.

Disculpen mi insistencia, pero si en algún momento de la lectura sus instintos les dicen que algo no va bien, les pido que por favor vengan a rescatarme. Este juego es tan extraño que a veces siento que lo estoy jugando, que la fantasía es real. Les digo esto porque tal es su dinamismo que lo que en el párrafo anterior era todo dicha, ha vuelto a cambiar.. se rumorea que los grandes jugadores se reunieron de urgencia en el nuevo nivel, comenzaban a aparecer algunos que jugaban a ser ellos. Se comenta a causa del valor subjetivo que se le daba a todo que algunas “necesidades” ya cotizaban al alza. Como consecuencia había aparecido también en este nuevo nivel, el poder. Claro, los buenos jugadores no se pueden permitir que el otro se rehaga.
Una vez más cambiaron la estrategia.

Yo les insisto que se estén atentos, porque siento miedo, siento tristeza, siento ganas de saber quién gana y les aseguro que esas son sensaciones del juego, de su fantasía.

De repente, los medios para consumir “necesidades”  fueron restringidos rápidamente y las necesidades y los grandes jugadores se alejaron una vez más. Muchos con los primeros rumores ya cayeron en picada, agregando un nivel más para odiar. Los que quedaron, temblaban, tenían sudores por las noches, los dientes les rechinaban. No podían consumir “necesidades”, se trabajaba más, se temía perder el trabajo, se perdió el respeto, la dignidad. Una vez más el juego había tomado otro matiz, ya no querían ganar, querían sobrevivir, só́́lo que ahora tenían más “necesidades”. Todos contra todos, era la consigna.
Primero se eliminaban grupos.
“¡¡Que se vuelvan a su país!!!”. “¡¡Fuera extranjeros !!” . Gritaban en algunos sitios.
“ ¡¡Dame todo lo que tengas o te mato!!”. Algunos directamente mataban.
Los rubios contra los morenos, los que defendían el color rojo contra los blancos…los que decían que la melodía era una cosa contra los que  opinaban que era otra, unos aconsejaban orar, otros meditar, otros la lujuria…todos tenían su verdad, su solución…a cada problema la mente les daba tantas soluciones como fuesen capaz de imaginarse….y así cada uno de ellos…había muchos que no sabían qué solución seguir y seguían varias a la vez…
Sus conciencias colectivas “empobrecidas”, amaestradas, ahogaban  su llanto en un océano de innecesarias  “necesidades”... Cambiaban los lugares, las conciencias colectivas, las innecesarias necesidades, pero el ahogo del llanto era el mismo.

Todos a su manera jugaban este juego. Todos actuaban y pensaban en función de este juego. Juego que ya pocos disfrutaban. Algunos ya no querían jugar más, aunque inconscientemente seguían jugando.
Grupos de personas, cada vez mayores en número, en distintos lugares, se unían, permitiendo incluso la mezcla de niveles. Sólo en ocasiones para manifestar sus deseos. Manifestándose por la paz, por el hambre,  la desigualdad, por el cambio de algún gran jugador, por el cambio de sistema, contra la violencia, que también se subdividía en: violencia de género, las guerras, violencia a los animales, al medio ambiente. Las que se les ocurran. A favor de África -uno de los continentes que albergaba a algunos de los países donde se encontraban muchos de los niveles más bajos, á́́hí también había grandes jugadores- a favor de los refugiados, de las víctimas… donde mirase veía una manifestación de deseo…todos deseaban lo mismo, que algún gran jugador cambiara una vez más las reglas del juego…

Ahora sí, les pido por favor que se estén bien atentos, siento que estoy  dentro de esta fantasía, como un borracho bamboleante en medio de una gran manifestación, que me lleva con empujones sutiles de izquierda a derecha, cuatro o cinco pasos, veloces y cortitos, para mantener la verticalidad hasta que logro detenerme. Mientras me balanceo para mantenerme de pie a la espera del próximo empujón, que me lleva en el mismo sentido que ellos, pero con trazadas diferentes…tengo miedo. Nadie oye mis gritos: -¡Dejádme pasar! Yo solo quiero ir a casa.
No estoy exagerando, pero siento miedo. Su fantasía es tan confusa, tengo  sensaciones de locura y les puedo asegurar que es un estado del juego.

El mundo era una olla a presión a punto de explotar. Todos se cuidaban de todos, se aislaban, se odiaban, otros se manifestaban, otros encontraban medios nuevos, incluso viejos, para oír la “melodía” mientras jugaban.
Vió a los manifestantes por la paz reaccionando con violencia, con sus hijos, con otros jugadores; a los manifestantes contra las guerras, contra el genocidio, defendiendo lo suyo con violencia, linchando al ladrón, al asesino;  vió a los manifestantes que se quejaban de la desigualdad siendo rácanos con sus empleados, no compartiendo sus riquezas, en sus pequeños juegos; a los que se manifestaban a favor de Palestina insultando, odiando a Israel; a los que se manifestaban pidiendo respeto, no respetando a sus hijos, ni a sus caminos, ni a sus sensaciones, ni a sus opciones de elegir jugar o no este juego.

Cada vez inventaban más reglas para sostener el juego. De esa manera solucionaban algunos fallos, por ejemplo con la nueva reglamentación castigaban duramente la violencia de género, evitando así el incremento de la misma. Todos aplaudían la jugada de los grandes jugadores, agradecían su preocupación y dedicación para con dicho fin. Poco importaba la violencia. Como el agua del olaje que avanza por la playa y pretendemos detenerla con un pequeño muro de arena,  que fácilmente se agrieta por todas parte, nadie podía y nadie quería saber porqué hay violencia. Quería volver a casa,  no podía. Quería una señal que le diera esperanza, alguna encontró…vió a lo lejos gente que oraba, meditaba, otros más allá practicando yoga, algunos se afinaban sus chackras con sonidos, algunos en el monte o en templos con velas, otros tomaban líquidos naturales con nombres simpáticos, ayahuasca, peyotes; todos oyendo la melodía colaboraban a suavizar su fantasía, le llenaban de esperanza. 

Al acercarse los notaba tensos, tratando de hacer lo correcto, no tenían muy claro con respecto a qué. Hacía tanto que jugaban este juego, que tenían la sensación de que nada existía fuera de él. Muchos sentían miedo a vivir. El les gritó: - “ ¡cuidado, es una trampa! Si oyes realmente la melodía no puedes sentir miedo. Ese es un sentimiento del juego, de mi fantasía. Pero nadie lo oía.  Ese curioso hecho le dio un poco de esperanza, de alguna manera, una parte de él aún estaba fuera de esa fantasía, su ausencia lo hacía invisible…
Sabía que era un inconsciente pero no podía dejar pasar la oportunidad de que nadie le viera.

Así, se mezcló entre ellos, les acarició el hombro, sacudió sus ordenados peinados, con un pinta de labios les dibujó sonrisas, les susurró al oído frases como, “qué bonito día”,  “qué bien hueles”, nadie lo oía, nadie lo veía. Sólo un pequeño niño se le acercó  tambaleante en sus primeros pasos, mientras le señalaba con su pequeño dedo,  con una sonrisa producía sonidos intercalados que sonaban más o menos así: “¡iiiiaaaaa!”, “¡IIIIIIIIII!”, “¡O, O, O, !”
También se acercó a secarle las lágrimas a un hombre sentado en un banco, al rozarle sintió su tristeza, sintió la infinita tristeza del mundo…
Una vez más la desesperanza lo conquistó.

Se sintió responsable de su fantasía. Le daba vergüenza de lo que había creado. Tengo que decir en su defensa que pasó todo muy de prisa. Como una ciudad que va creciendo alrededor de un puerto, en función de la magnitud que éste coge, dando por resultado una ciudad extraña, repleta de callejuelas y grandes edificios que se sostienen mutuamente. Tanto cemento que no deja ver el sol, el verde, tanto que si cierras los ojos no te puedes imaginar que estás rodeado de mar.
Se sumergió de lleno a buscar algo que le diera esperanza, que le hiciera sentir que podía volver a casa. Encontró un grupo de personas que buscaban soluciones, nuevas reglas, algunos hacían concursos para tal fin, le llamó la atención uno que era sobre la libertad  “caminos de la libertad”.

“La libertad no hace felices a los hombres, los hace, sencillamente, hombres”
Con esta frase de alguien conocido  procuraban conseguir una reacción, un estímulo para que aparecieran nuevas ideas. No tenía claro si este era el camino que debía seguir para arreglar esta fantasía, que debo confesarles, se le había ido de las manos.  Se le venían muchas y ninguna idea. Las imaginaba, las aplicaba, pero luego se daba cuenta que liberaba una parte y esclavizaba otra.  Por un parte quería arreglar su fantasía, por otra parte algo le decía: “si tienes un cuarto que va a ser derribado, que no sirve, que sobra, no gastes energía en él, ordena la parte de la casa que sí quedará.”

Había cometido muchos errores, había arriesgado demasiado, parte de él vivía en su fantasía aunque sólo él pudiese oírse. También oía los millones de verdades y visiones de este juego,  casi todas exponían sus teorías, sus verdades, describiendo con certeza alguna fase del juego. Vivían y se refugiaban en sus verdades. Ejercían la libertad, sin sentirse libres.
Sentía que no era justo. Sentía que todos buscaban ideas que les dieran libertad. Individualmente, en grupos, cogían blancos papeles, llenándolos de palabras envueltas en exquisitos estilos literarios, respetando al pie de la letra las bases del concurso, exactos entre el mínimo y el máximo de caracteres, cuidando cada término, cuidando no repetir demasiado las mismas palabras, los tiempos del verbo, la ortografía, la musicalidad, el estilo, que todo sea dinámico…

Él  les gritaba a lo lejos: “ no, ahora no! mi fantasía ya no me pertenece, mi fantasía y el gran juego ya son autosuficientes. Esta vez no!! Ya no queda mucho tiempo, dejen de jugar este juego, olvídense de estilos,  de formas, escríbanlo como quieran, grítenlo, si así lo prefieren. Usen dos palabras o las que crean necesarias para transmitir su idea, siéntanse “libres” de hacerlo,  no cometan el error ,  que por respetar formas,, pongan una palabra demás o de menos,   quitando claridad al mensaje.  ¿Es que nadie me oye?  Les estoy diciendo la verdad, esta fantasía me la inventé”. Nadie le oía. Se sentía atrapado entre dos mundos. No podía salir y era invisible.

Uno a uno, al ladrón, al policía, al abogado, al artista, al médico, al científico, al filósofo, al cura, al rabino,  cada uno de los maestros que existían de las diferentes corrientes, al soldado, al terrorista, al juez, a los políticos,  al revolucionario, al alternativo, al rico, al pobre, al hambriento,  al culto, al ignorante, al que critica y al criticado, a los dictadores, a los reyes, al famoso, a todos, a los chamanes, y sobre todo, a los niños,  fue susurrándoles al oído: “Vosotros no tenéis que “ser nada” ya “sois”hombres, como el árbol, como el río, como el pájaro, hombres!!!  Sois parte de la melodía, no de mi fantasía,  no pidáis libertad, paz, justicia, igualdad. ¡Ejercédla!  ¡¡¡Dejad de jugar!!!.”
Mas, no le oían.  Es más, yo sabía que era una fantasía pero no era capaz de transmitir la “fórmula” para dejar de jugar. Miró al universo con vergüenza.
Ahora había aparecido otra palabra más: Absurdo. Él se sentía absurdo, su fantasía le parecía absurda.  Maldito día que decidí mezclar el amarillo con el azul. Pensó.  Se dejó estar, pasó tanto tiempo su fantasía en el verde, que de ser expresión se convirtió en realidad. Todos vivían la expresión como realidad, buscando soluciones y respuestas que estaban ocultas y olvidadas en el amarillo y el azul.

No piensen que lo que va a hacer, lo hará menos cobarde, pero no puede abandonar ahora. No puede simplemente irse y no avisarles que en el verde siempre vivirán en un círculo vicioso de preguntas y respuestas. Se sumergió de lleno en su fantasía, asumiendo el riesgo que eso conlleva: no regresar  quedando invisible, para siempre.

Oyó al río murmurar, a la brisa, a los pájaros,  al follaje de los árboles. Ninguno desafinaba… ¿qué sucede?. Se preguntó. Por un momento su fantasía se esfumó.
Se sintió con fuerzas, insistió, uno a uno.

Le susurró al que deseaba paz que la ejerza. Que si está en contra de los métodos violentos, de algún gran jugador, para resolver o prevenir ciertos problemas, no hiciera lo mismo. Aunque él crea que su problema lo justifica. No. ¿Y si te matan un hijo?.
Nada cambiará si no dejas de jugar, el gran jugador sentía que su excusa lo justificaba,  tú también en tu vida actúas igual. Así nada cambiará. La respuesta está en el azul, en el amarillo, la respuesta es no a la violencia, sin excusas, sin excepción, no puede ser una violencia legal y otra no, una con una excusa seria y la otra no. Di no a la violencia, simplemente.

Aunque aún no le oían,  tenía la sensación de que sus susurros movían sus preguntas.

Al que sufre porque no pueden calmar sus innecesarias necesidades: “deja de jugar, las necesidades desaparecerán y con ellas el sufrimiento”.
Al artista que es esclavo de sus formas. “Deja de jugar”.
Al prejuicioso: “no temas, sólo eran disfraces de este juego, de mi fantasía, debajo de cualquier disfraz hay alguien como tú”.
Al que ama, al que da:  “hazlo si lo sientes, sin esperar nada, sin fabricar compromisos inexistentes, sin generar deuda. Simplemente ama, da”.
Al que teme a la muerte, “tranquilo, la vida y la muerte son solo adjetivos de la existencia”.
Al que lucha por algún “defecto” en particular del juego, al que lucha por el medio ambiente, por el hambre, por la salud, por las ballenas, por los árboles…” son tantas cosas por luchar, infinitas…no gastéis energía, no os dividáis en tantas partes, así es muy difícil y los problemas crecen a la par..dejad de jugar. Usar la energía para explicarle a la gente que esto es un juego, una fantasía. Tengo la sensación de que si todos dejaran de jugar en el mismo instante, el hambre, la pobreza, la desigualdad, la injusticia, la violencia, la contaminación, el orgullo, la soberbia, la envidia, el odio, todo desaparecería,  todo quedaría sin sentido por la ausencia de juego”.
Al palestino, al israelí:”¿se imaginan que haría un niño palestino de dos años con otro israelí de la misma edad?”.
No le importaba que sólo  se oyeran hablar entre ellos, sintió esperanza en su susurro. Continuó.
Al que resiste orando, meditando:  “simplemente se, si eres no temerás caer en la trampa del juego.  Simplemente dejando de jugar oirás la melodía.”
A los pueblos en guerra, que desean paz, “no esperen a que se reconcilien sus políticos, sus formas, reconciliaros vosotros en el uno a uno”.
A los que buscan  libertad, “Ejercedla. En vuestros mundos. Con vuestros hijos. Que ellos no sientan que tienen que agradecer que los hayáis traído al mundo. Respetad sus vidas, sus caminos, sabedores de que no  es algo más a lo que se le puede dar valor. No son de vuestra propiedad.. No los extorsionéis emocionalmente. No les diseñéis un plan de vida de acuerdo a sus expectativas, y perspectiva del bien y el mal. No olvidéis que estáis dentro del juego y todo lo medís con sus reglas. No les habléis de éxito, susúrradles al oído que lo importante es ser feliz, hacer libremente lo que sienten, y así tendrán éxito.
Enseñadles respeto, respetándolos, enseñadles a oír, oyéndolos
Cuidarles para que nadie los convenza de que la libertad es un derecho, un regalo que nos hacen. Eso es en el juego, en mi fantasía. Ellos ya son libres, todos lo somos, solo debemos dejar de jugar este juego, que es una fantasía..
No arregló nada, nadie dejó de jugar. Quizás ya nunca pueda regresar. Tenía
la esperanza de que alguien oyera sus susurros y dejara de jugar. Así, primero uno, luego dos  hasta llegar a tantos que el juego quedara sin sentido.
Uno nuevo nacería. Simplemente seres humanos libres que jugarán y diseñarán un juego justo donde se respire paz, igualdad, libertad.. Quizás así pueda hacerse visible nuevamente….

Fin.